La restauración ecológica es necesaria cuando los ecosistemas se encuentran gravemente alterados, al grado de que han perdido su capacidad de responder en forma espontánea, con mecanismos de resiliencia, a las alteraciones directas o indirectas causadas por el hombre. El objetivo de la restauración de ecosistemas es regresarlos a su condición original. Por ser ecosistemas cerrados, las islas nos brindan valiosas oportunidades de realizar proyectos de restauración factibles que serían demasiado complejos en continente.
A lo largo de los años, GECI, ha identificado cuatro fases bien definidas, que son críticas para lograr con éxito la restauración de las islas mexicanas: la primera fase, el diagnóstico-pronóstico tiene que ver con el desarrollo de una línea base para la identificación de prioridades de restauración, la programación de acciones de acuerdo al valor de la biodiversidad y la factibilidad de una intervención exitosa. Una vez reconocidas las áreas de oportunidad, entra entonces la segunda fase, durante la cual se llevan a cabo los monitoreos que informan y respaldan la acción de restauración a implementar, ya sea el control o erradicación de una o varias especies exóticas invasoras, y si ésta se debe acompañar de otras acciones como la remoción de malezas para mejorar el hábitat o la atracción social de aves marinas para el restablecimiento de colonias de anidación. Es entre esta primera y segunda fase que se realiza la gestión financiera de los proyectos. La tercera fase es en sí la ejecución de la intervención, acompañada de una estrategia de educación ambiental y sensibilización, donde la institucionalización de la bioseguridad insular es un componente clave. Finalmente, la cuarta fase se refiere a la evaluación de la recuperación del ecosistema insular, su flora y su fauna, tras la remoción del elemento de disturbio; en esta etapa, la bioseguridad insular se consolida para asegurar que las islas restauradas se mantendrán así en el largo plazo.
Para lograr la restauración insular se utilizan diversos componentes, entre ellos:
Las especies exóticas invasoras son aquellas que se encuentran fuera de su área de distribución natural, que han sido introducidas de manera intencional o accidental por el ser humano y que han logrado establecerse, causando impactos negativos en las especies nativas. La presencia de estas especies es la principal amenaza a la conservación de los ecosistemas insulares.
Conforme el hombre ha descubierto nuevos territorios ha llevado consigo animales y plantas como comensales. Históricamente, en las islas, el hombre introdujo cabras, cerdos y frutales como fuente de alimentos, y además, sin darse cuenta llevaban consigo roedores, insectos y semillas. Rápidamente, estas especies se convertían en ferales y aumentaban exponencialmente sus poblaciones. Al paso de los años el impacto de éstas especies introducidas se hizo evidente: la depredación sobre flora y fauna nativa , transmisión de enfermedades, la supresión de la capa vegetal, compactación y erosión del suelo, la pérdida de hábitat de anidación, el reemplazo de especies nativas, entre muchos otros efectos negativos.
Afortunadamente, la problemática de las especies exóticas invasoras tiene solución, por medio de dos estrategias de restauración diferentes: el control y la erradicación de las poblaciones de dichas especies.
Control poblacional se refiere a mantener la población de una especie exótica invasora por debajo de un umbral tolerable, donde su afectación no significa una amenaza de extinción para las especies nativas. El control de una especie exótica invasora se debe realizar por periodos indefinidos de tiempo, porque lograr mantener baja una población es un esfuerzo constante, lo cual suele resultar muy costoso en el largo plazo.
La erradicación de especies exóticas invasoras busca acabar por completo con la población de una especie en un área determinada, en nuestro caso, en una isla. Estos proyectos son muy complejos y necesitan una inversión considerable; sin embargo, se realizan en un periodo definido de tiempo, por lo que en una visión a largo plazo, son la mejor oportunidad para la restauración de un ecosistema y presentan un mayor costo-beneficio.
Desde el 2008 y con una visión de largo plazo, GECI desarrolla un programa de restauración de colonias de aves marinas en las islas de México. El objetivo principal es revertir el daño ecológico provocado por especies exóticas invasoras y facilitar la recolonización por las aves que fueron extirpadas de las islas.
Las aves marinas son un eslabón muy importante entre los ecosistemas insulares, terrestres y marinos. Estas aves conectan además regiones extensas, pues la mayoría hace largos viajes; son depredadores tope en la red alimenticia; se alimentan en el mar y, a través del guano y alimento para los polluelos, transportan nutrientes a la parte terrestre de las islas. De esta transferencia dependen comunidades de plantas, que a su vez sustentan al resto de la red trófica. Las aves marinas son en general longevas, tardan años en llegar a la edad reproductiva y ponen pocos huevos. La gran mayoría de las aves marinas anidan exclusivamente en islas. Estas características las convierten en uno de los grupos más vulnerables cuando se trata de enfrentar a especies exóticas invasoras, como el gato feral, la rata negra o el ratón casero.
En las islas de México, como en las del resto del mundo, numerosas colonias de aves se han perdido debido a la depredación por especies introducidas. Cuando la presión es muy grande, las aves son extirpadas, es decir, dejan de anidar en ese sitio. Por eso, en sitios donde las aves fueron extirpadas y ya se ha erradicado a ratas o gatos, la restauración de las colonias de aves marinas es una de las principales acciones de conservación. Una vez que un pequeño grupo decide regresar, éste sirve de imán para otras aves y de esa forma es posible regenerar la colonia entera.
Para restaurar a las poblaciones de aves marinas de la región de la Corriente de California, Conservación de Islas dirige un programa muy importante denominado Programa de restauración de poblaciones de aves marinas en las islas del Pacífico. Este programa cuenta con el respaldo del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, grupo académico de vanguardia en el tema, con un siglo de experiencia, y la organización internacional Audubon dedicada a la conservación de las aves, también con antigüedad de más de un siglo, y otros expertos.
Desde las islas Coronado, en la frontera con Estados Unidos, hasta las islas del sur de la península de Baja California, se trabaja en la recolonización de diversas especies de aves marinas, en islas donde fueron extirpadas. Entre las aves migratorias de la vasta región marina internacional del Pacífico Oriental, que se extiende desde Alaska hasta Baja California, se verán favorecidos con estas acciones el pelícano café, la alcuela, los petreles, los cormoranes, los charranes, las gaviotas, la pardela y los mérgulos.
Gracias a los exitosos y esperanzadores resultados que se han observado tras años de atracción social en las islas del Pacífico, se realizan ahora proyectos de este tipo en otras regiones y el programa nacional de conservación de aves marinas crece en cantidad de islas y especies involucradas.
Sumado a estos esfuerzos, también se han gestionado proyectos de reforestación como en el caso de Isla Guadalupe, en el que la introducción de cabras ferales deterioró gravemente la flora nativa de la isla durante 150 años aproximadamente. Gracias al programa de erradicación de especies exóticas, desde el 2006, Isla Guadalupe se encuentra libre de cabras, caballos, burros, perros y conejos, y la recuperación de la vegetación ha sido notable y conmovedora. Ha habido un dramático reclutamiento de decenas de miles de plántulas y árboles jóvenes de las especies endémicas arbóreas, particularmente del pino de Guadalupe y el ciprés de Guadalupe, además del redescubrimiento de especies de plantas que se consideraban extintas, incluyendo la menta de Guadalupe.
Si bien la remoción de cabras fue una acción trascendental para la restauración ecológica de la isla, la erradicación por sí sola no es suficiente para asegurar la recuperación plena del ecosistema. Dada la situación actual, se requiere establecer una serie de acciones de manejo para reforzar y acelerar la recuperación de la vegetación en la isla y encaminar la restauración de las funciones ecológicas esenciales. Estas acciones se enfocan sobre todo en inducir la conectividad de los parches de bosque actuales, manejo de la erosión del suelo y la conservación de la biodiversidad. Actualmente se cuenta con un vivero en isla Guadalupe, donde se produce planta de 7 especies nativas.