Los turistas que llegaron para quedarse: roedores invasores en islas mexicanas

Los turistas que llegaron para quedarse: roedores invasores en islas mexicanas

29-11-2018
Por: Mauricio Ortega
Las islas. Lugares remotos y paradisiacos que aguardan una naturaleza que pareciera pertenecer a tiempos inmemoriales, casi prehistóricos. Dentro de nuestros imaginarios, estos escapes naturales son vistos como ambientes donde la huella dominante del ser humano ha sido mínima, por no decir inexistente. Aquí, creemos que los ecosistemas están intactos, y tanto las reverdecientes especies de plantas como particulares animales que ahí habitan, se encuentran libres de cualquier peligro. En pocas palabras, el reflejo más puro de la naturaleza que todos queremos ver en este planeta, y el destino turístico perfecto para todo amante de lo paradisiaco. Si bien es cierto que muchas de las islas se han mantenido fuera del impacto humano por muchos años debido a su aislamiento y difícil acceso, la gran mayoría de ellas están viviendo serios problemas que muchos de nosotros no pensábamos que tenían, y es que, ¿qué no dice el dicho que allá por el mar, y por ende las islas, la vida es más sabrosa? Todo parece indicar que esta bonita frase ha llegado a su fin, y que estos lugares remotos ya no pueden ser vistos con los mismos ojos.

Uno de los problemas más impactantes y menos evidentes es el de las especies invasoras, definidas por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CIBD) como todo aquel organismo que se establece fuera de su distribución natural y que prospera sin ayuda del ser humano, teniendo efectos negativos en el ambiente. Reconocidas por ser una de las causas más grandes de pérdida de la biodiversidad a nivel global, esta creciente amenaza ha ocasionado el 86% de todas las extinciones que han ocurrido en islas de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Una cifra alarmante que no sólo pone en tela de juicio nuestra percepción sobre las islas, sino también su importancia como reservorios de una gran biodiversidad a nivel global. Recordemos que, aunque las islas sólo representan el 5% de la superficie terrestre, estas son hábitat del 20% de las especies de plantas a nivel mundial, así como del 15% para aves, mamíferos y reptiles, de acuerdo al Sistema Europeo de Información de la Biodiversidad (BISE). Debido a esto, la problemática de especies invasoras en islas se ha vuelto mucho más importante en los últimos años, y existe un grupo en especial de la cual vale la pena hablar por su impacto en las islas de nuestro país: las ratas.

Mamíferos de pequeño tamaño, de una excelente habilidad para reproducirse y capaces de adaptarse a cualquier tipo de ambiente, este grupo de vacacionistas indeseados ha logrado establecerse de polo a polo y de isla a isla. Escabulléndose dentro de las embarcaciones y otros transportes marinos desde tiempos ancestrales, las ratas han encontrado en las islas, no sólo el mejor destino turístico, sino también, un lugar idóneo para vivir, reproducirse y aumentar su población exponencialmente. Actualmente son dos las principales especies de ratas que podemos encontrar en las más de 250 islas del Noroeste mexicano, que es donde tenemos mayor conocimiento a nivel nacional: la rata negra (rattus rattus) y el ratón común (mus musculus). A pesar de ser tan solo dos especies, el impacto que tienen en islas es preocupante por las características ya mencionadas, pero también por un factor inherente a los ecosistemas insulares. La mayoría de las especies nativas de estas partes del planeta evolucionaron sin la presencia de mamíferos depredadores. Esto quiere decir que estas especies no tienen mecanismos o comportamientos que les ayuden a combatir los depredadores, en este caso, las ratas. Vulnerables e indefensas, las especies nativas se ven severamente afectadas con la llegada de las ratas, que ven su nuevo hábitat como un paraíso esperando a ser colonizado.

Los impactos que tienen las ratas en los ecosistemas son tan numerosos como diversos. Desde las plantas hasta las aves, pasando por los mamíferos, reptiles e invertebrados. Todos son víctimas de su éxito como especies invasoras y sirven como verdaderos testimonios para registrar los cambios que han ocurrido en las islas a lo largo del tiempo. Las poblaciones de plantas se ven principalmente afectadas por la depredación de semillas, comenta la Dra. Ek del Val del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), especialista en interacciones bióticas. Esto quiere decir que las ratas invasoras que se alimentan de semillas tanto de plantas como árboles, pueden llegar a dañarlas, impidiendo la germinación de estas, y así, disminuyendo su éxito reproductivo. Es de esta manera que los ecosistemas insulares pueden cambiar por completo, puesto que la depredación de semillas puede generar un efecto en cascada que “cambie la composición de las comunidades de plantas por completo, así como su funcionamiento”, señaló la Dra. Ek del Val. Para los animales el escenario tampoco es pintoresco, y es que tanto los invertebrados (coleópteros y ortópteros) como las aves son parte del alimento diario de las ratas, siendo este segundo grupo, el más damnificado de todos. Poblaciones de aves marinas de importancia internacional como el Mérgulo de Craveri, Bobos de Patas Azules, Bobos Café y Rabijuncos han disminuido por depredación hacia sus crías y huevos. El peligro es tal, que resulta imperante mencionar que, de acuerdo a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), se han registrado nueve extinciones de especies de aves en islas mexicanas (Isla Socorro, Isla Guadalupe e Isla de Todos Santos) relacionadas con mamíferos invasores. Aves migratorias y que además se encuentran dentro de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, como el ya mencionado Mérgulo de Craveri, la Pardela Gris o el Albatros de Laysan, ven las islas de nuestro país como focos rojos, donde anidar y sobrevivir se ha vuelto cada vez más difícil. Por último, para los mamíferos es tan irónico como sorprendente, y es que especies endémicas de ratones, es decir, roedores que sólo podemos encontrar en estas islas y no en ninguna otra parte del mundo, o son parte del menú o se están viendo desplazadas por la fuerte competencia que viven día con día al compartir territorio con ratas invasoras. De acuerdo a la Dra. Ek del Val, lo que hace a los roedores invasores tan exitosos es una característica que comparten muchas otras especies invasoras pertenecientes a los más distintos grupos taxonómicos, la cual se conoce como generalismo. Este término hace alusión a la idea que existen especies que pueden sobrevivir a una gran variedad de condiciones ambientales, tanto de clima como de alimento.

Siendo las islas mexicanas hospederas de 2,545 especies marinas y 2,066 especies terrestres, agrupadas en 655 familias y 1,830 géneros, y de las cuales, 218 especies se han clasificado como endémicas, esta problemática se vuelve prioridad de conservación a nivel nacional, e inclusive, internacional. Todo esto es aún más delicado si se consideran las débiles políticas de bioseguridad que se tienen en el país, así como la creciente red en el mercado global y el sistema de transporte, donde cada vez es menos costoso y accesible, lugares que creíamos imposibles de visitar.

A pesar de todas estas desalentadoras cifras, malas noticias y especies en declive, existen esfuerzos de conservación por restaurar la paz que por mucho tiempo existió en estos recónditos paisajes. Islas como San Pedro Mártir, Farallón de San Ignacio, Guadalupe, Isabel, Rasa, entre otras, han sido testigos de ello. Una labor incesante que dista mucho de ser sencilla y poco polémica, ya que hoy en día, la técnica que ha dado mejores resultados es la erradicación. Una erradicación que consiste en dos vías principales de acuerdo a Mariam Latofski, Directora de Desarrollo del Grupo de Ecología y Conservación de Islas. La primera es la utilización de “estaciones de carnada” y la segunda es la dispersión aérea. Ambas consisten en el uso raticida a lo largo de toda la isla, solamente que la primera se hace de manera manual, colocando trampas, y la segunda se aplica de manera aérea, recomendada para islas de gran superficie. Hasta el pasado octubre del año 2016, 58 esfuerzos de erradicación de mamíferos invasores (incluyendo ratas invasoras) fueron llevados a cabo por el Grupo de Ecología y Conservación de Islas. Uno de los casos más ejemplares de esta ardua labor tomó lugar en 6 islas del noroeste mexicano en el año 2009. Las islas Rasa, San Roque, San Jorge, Isabel, Farallón de San Ignacio, Guadalupe y San Pedro Mártir vivieron un proceso de erradicación que, hasta la fecha, continúan en relativa armonía sin la presencia de roedores invasores. Uno de los mayores beneficios de esta acción fue el incremento en el éxito reproductivo de un gran número de aves marinas, así como el incremento en el número de reptiles nativos. De esta forma, México ha asegurado un prestigioso lugar en cuanto a conservación de islas se refiere, y aunque la amenaza de la llegada de nuevas poblaciones de roedores se respira día con día, también las acciones y estrategias para combatir esta problemática.

Asimismo, Mariam comenta que los dos métodos que se han utilizado en islas nacionales son acciones que requieren de 2 a 3 años para llevarse a cabo, puesto que es de suma importancia estudiar un gran número de aspectos para cerciorarse que ningún otro organismo será afectado por el uso del veneno especial “CI-25”. Conocer cuántas ratas habitan en la isla y realizar experimentos con otras especies para saber si tiene un efecto perjudicial en su salud son algunos de los estudios fundamentales que se realizan previo a la erradicación. Mariam afirmó que: “hasta el momento, donde se han podido hacer erradicaciones son islas donde no hay mamíferos nativos que pudieran verse afectados por el CI-25”. Esto resulta bastante conveniente ya que, de no ser así, estaríamos hablando de otros métodos de erradicación más costosos y menos probados alrededor del mundo. Uno de ellos y por el cual mostró mucho entusiasmo es el uso de perros detectores de roedores. Mostrando una vez más porque son el mejor amigo del humano y ahora de la biodiversidad, distintos grupos de conservación alrededor del mundo están entrenando perros que puedan olfatear estos roedores no deseados y encontrarlos de manera rápida y eficiente. Una alternativa aún poco explorada, pero que promete un mejor futuro para las islas de todo el mundo.

Todo esto lleva a preguntarnos ¿Es la erradicación suficiente para arrancar de raíz el malestar que generan las especies invasoras, ¿Cómo podemos asegurarnos que islas en las que hemos restaurado gran parte de la biodiversidad nativa, sigan permaneciendo libres del peligro de especies invasoras? La respuesta no es para nada sencilla, puesto que las invasiones biológicas, como todo problema ambiental, es complejo, y su solución comprende el uso y diálogo de disciplinas tan diversas como las ciencias políticas, educación, economía y ecología. Erradicar es sólo una solución a un problema de múltiples facetas, el cual se ve complementado por la prevención, la cual toma forma en decisiones a nivel gubernamental, como lo es la Estrategia Nacional sobre Especies Invasoras en México, así como la elaboración de programas institucionales que traten de proteger las islas de la llegada de cualquier especie no deseada, como lo son los Protocolos de Bioseguridad, que como explicó Mariam: “son documentos que manifiestan las medidas que se tienen que seguir para proteger a las islas, y los cuales están compuestos de tres principios en orden jerárquico: 1) Prevención, 2) Detección temprana y 3) Respuesta rápida”.

Igualmente, la educación posee un papel importante, es por esto que también se ha trabajado con los habitantes de estas zonas del país, y numerosos programas han sido llevado a cabo de manera exitosa en las islas mexicanas. Asimismo, la Dra. Ek del Val complementa que la gran diversidad de islas que tenemos en México, puesto que contamos con ecosistemas insulares tanto templados como tropicales, es lo que hace su manejo un trabajo nada sencillo y muy específico al contexto ecológico y socio-económico en el que se desenvuelven. Esto quiere decir que la estrategia que puede funcionar en una isla, bien podría no ser exitosa en otra. Lo importante es tener en mente todos esto aspectos al momento de estudiar y tratar de resolver esta problemática.

Las islas. Lugares remotos y paradisiacos, sí, pero también, víctimas de una epidemia global que aqueja al mundo entero. Si bien las especies invasoras están generando daños inminentes y casi irreparables alrededor del planeta, reducir a estas, y en especial a los roedores invasores como villanos de esta historia, resultaría en una narrativa simplista y bastante sesgada. No olvidemos que en la realidad no existen los blancos negros, y que estas especies mencionadas sólo están aprovechando una oportunidad que involuntariamente les dimos para surcar los mares junto a nosotros y visitar un sinfín de parajes. Las islas resultaron ser hábitats ideales para estos pequeños turistas, pero, ¿quién no está en búsqueda de nuevas oportunidades? No generemos odio hacia estos pequeños mamíferos. Comprendamos las circunstancias de lo sucedido y tratemos, como ahora lo estamos haciendo, de encontrar soluciones que no sólo beneficien a los humanos, sino también a toda la biodiversidad que vive en estas partes del planeta.

Reportaje realizado para el proyecto Conacyt 295077 Laboratorio de Periodismo de Ciencia, LabPdC, de la Unidad de Periodismo de la DGDC de la UNAM.

Laboratorio de Periodismo de Ciencia